Después de tantos años, por fin ha pasado: me he echado novia. Estoy tan contento como aquel tipo que consiguió verse las hemorroides (no por vérselas, sino por la flexibilidad que había descubierto que tenía).
Nos conocimos en un sex shop. Yo clavé mi mirada en ella, ella se quedó boquiabierta, y sólo me costó 20 €. Sí, en efecto, es una muñeca hinchable, muy maja y abierta. El otro día me invito a comer con sus padres. Es muy curioso ver a una familia entera con la boca abierta y sin probar bocado, pero al cabo de diez minutos me acostumbre (y me comí lo de sus platos, que la cosa no está como para andar tirando comida). Luego vimos una película: Los Critters. Esa película que va de unos bichos que tienen púas en vez de pelo. Creo que al padre se le escapó una ventosidad. En mi vida había visto a una familia tan asustada, tendrías que haber visto sus caras, ¡qué expresión de terror!
Después de la peli jugamos al Twister. Gané yo porque ellos no tienen articulaciones. El caso es que después de jugar nos fuimos a dormir. Obviamente yo dormí con ella y pasamos toda la noche abrazados. Bueno, toda la noche no, solo un par de horas porque el resto de la noche lo empleé en follármela salvajemente. A esto que sus padres abren la puerta y otra vez, esa expresión en sus caras, esa cara de terror/sorpresa que le bajaría la líbido hasta a Clint Eastwood. Pero lejos de limitarse sólamente a mirar decidieron participar. Y ese fue mi estreno, entre seis manos de látex y tres pares de piernas abiertas, dispuestos a darme placer. Lo malo es lo del cigarrito de despues. Dejé a una hija sin padres... Muy trágico.
Y esta es la gigantesca tarta de mierda que es mi vida, que para colmo la stripper de dentro venía muerta de lepra.
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