lunes, 24 de enero de 2011
El otro día hice una amistad por la ley anti-tabaco
La histeria del tabaco ha llegado a nuestro país. Nadie quiere ser fumador pasivo. La gente sería capaz de denunciarte anónimamente (esto es que si te ven fumando pueden denunciarte sin necesidad de dar tus datos personales, datos que estás obligado a dar en caso de ser testigo de violación y/o asesinato). Te denuncia gente que quiere tener los pulmones limpios, la misma gente que luego coge el coche para ir a por el pan a 200 metros. Por culpa de esta absurda ley, digna de un cromagnon fascista hice una amistad. Estaba en el hospital, en la sala de espera, esperando a que me tratasen mi "dierna", cuando un tío de unos 30 años me pidió un cigarro. En la mano llevaba uno de esos cigarros "electrónicos" SIN NICOTINA. Era obvio que aquel cigarro SIN NICOTINA no bastaba para hacer el efecto al que se había acostumbrado con los cigarrillos normales (CON NICOTINAAAAAA), así que los dos salimos del hospital a echarnos un cigarro. Nos alejamos 15 metros de la entrada. Por allí desfilaba una procesión de gente con enfermedades varias, ninguna de pulmón. Pero aún así, a 15 metros de la entrada del hospital, sin molestar a nadie, nos miraban como si les hubiésemos matado un hijo. El que me pidió el cigarro y yo estábamos hablando, pero llegó un momento en el que me harté de que la gente me traspasase con la mirada. Creo que uno de ellos me hizo una radiografía de tanto tiempo que me clavó sus ojos. Así que me fui para él. Lo primero que hice fue decirle que sabía que me había estado un buen rato mirando. Me insinué diciendo " he visto que me observabas. ¿Vienes mucho por aquí?". El hombre no sabía dónde meterse. Entonces dije "si no quieres ligar, ¿por qué me mirabas tanto?". No dijo nada. Y para rematar, cogiendo el cigarro le dije "ah, no te he ofrecido, ¿quieres?". Aquel hombre con mirada de inquisidor se fue como si tuviera prisa. Todos sabemos que en un hospital español no se tiene prisa. Aquel hombre con mirada de inquisidor se fue de allí sin saber qué decir, como si de pronto el argumento que tenía para desafiarme con la mirada hubiese desaparecido a la misma velocidad que sus cojones disminuían de tamaño y se arrugaban como una vieja de 90 años. El chaval que se bajó conmigo a fumar me preguntó que qué le había dicho a ese hombre. Le dije "lo justo para que se diese cuenta de que a veces la gente no tiene tantas razones para odiar como aparenta. Lo justo para que se diese cuenta de que estaba equivocado". Entiendo que a las puertas de un hospital habrá personas con enfermedades respiratorias, pero no entiendo por qué se prohibe fumar en las puertas de los colegios. No sé cuánto miden los niños de ahora, pero no creo que con 1,80 que mido yo y en medio de la calle el humo llegue a la cara de algún crío. Y en los parques al aire libre aún menos. Igual, con la manía esa que tienen los críos de saltar desde el columpio, toma demasiado impulso y cae encima de mi cigarro. Parace que está de moda hacer leyes absurdas, como cortinas de humo para hacer que nos olvidemos de una mala gestión (no os equivoquéis, la culpa de la crisis mundial no la tiene Zapatero, la tienen los bancos). Ahora recordamos la ley Sinde y lo que podría haber pasado si la aprueban. Pobres autores. Es injusto para Alejandro Sanz que no se pueda comprar un buque de Guerra porque la gente se baje sus canciones. Lo que yo creo que es injusto es que un CD te cueste 20 euros, cuando ni el material ni el tiempo empleado para grabarlo valen tanto. A veces la gente odia o prohíbe algunas cosas sólo porque está de moda hacerlo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Hola, te he encontrado por un vídeo de Mama Ladilla y he de decirte que me encanta tu estilo, no sé hacer críticas, así que solo puedo decir que escribes MUY bien, eres divertido, directo, original y muy fluido pero (siempre hay un pero) me bailan los ojos intentando seguir el texto, creo que en tema de párrafos más vale que sobre que no que falte.
ResponderEliminarUn saludo :)