jueves, 16 de febrero de 2012

Mi primer juego de mesa

La primera vez que tuve un juego de mesa fue también la primera vez que me sentí defraudado por la publicidad (como aquella vez que me eché Jacq's esperando que viniese una motera a enseñarme las tetas). No por el juego en sí, sino por lo que le faltaba.


Dicho juego se llamaba Hero quest. Tenía muy buena pinta. Juego de rol, con muñecos de plástico, que en mi niñez supuso un avance bastante técnico bastante grande puesto que mis obras hechas con plastilina no sé cómo siempre acababan pisoteadas. Dentro de la caja venía un libro de instrucciones.
¿He dicho un libro? No, y he aquí la primera decepción: venía medio libro. También adjuntaba unas tarjetas que no sé bien para qué servían. En el juego, siempre y cuando no lo hubieses heredado de tus primos, también venían muebles, cartones con dibujos de obstáculos, agujeros y demás. En el mío no. Por no venir no venían ni dados. había un par de figuras que llamaron poderosamente mi atención. Una era una especie de gárgola con una espada bastante molona y un látigo.


 La cabeza y las alas de podían montar y desmontar. Cuando el látigo se rompió (o mejor dicho, cuando un amigo manazas me rompió el látigo de la gárgola) ésta pasó a ser dos personajes diferentes. Por un lado un murciélago con casco y la boca abierta, sin peana ni nada, y por otro un cuerpo sin cabeza y con un agujero en la espalda que portaba una espada y el mango de un látigo. El otro muñeco que me gustaba era el mago oscuro. Si no se llamaba así me la sopla, para mí era el mago oscuro. Era un tío sin carne en el cráneo, con un casco con dos cuernos unidos por una bola y llevaba falda. Aún así el bicho molaba. tenía las manos hacia arriba, lo que facilitaba el colocarle un palillo con la forma que me diese a mí la gana. A estas alturas os imaginaréis que el medio libro de instrucciones no me sirvió de mucho, pero hacía bonito. Acabé jugando con los monigotes al estilo del Warhammer. Por cierto, no os compréis los muñecos de Warhammer en el kiosco, te vienen 4 y son una chusta.


Mi segundo juego de mesa y uno de mis preferidos fue "En busca del Imperio Cobra", o más comúnmente conocido como el Imperio Cobra a secas. El juego era cojonudo. Éste sí que venía con dados, aunque sin instrucciones, pero me apañaba. venía con unas cartas que bien podían ser armas y demás objetos útiles (ayuda de los dioses), un encapuchado que te mandaba cargarte bichos (el oráculo) o, y aquí vienen mis preferidas, las que usaba la cabrona de la cobra para joder la pava (no me acuerdo del nombre que tenían estas cartas). Había desde naves que mandaban hombres-cobra a por los jugadores hasta tormentas que te mandaban de vuelta a casita.


¿El problema con este juego? Había dos problemas básicos. 1: Los personajes que yo tenía (no sé si en el juego original venía otra cosa, porque éste lo heredé de un tío mío) eran fichas de colores, como las del parchís. Y 2: los hombres cobra eran dibujos hechos en cartón con peanas. Hasta ahí bien, pero el cartón se gasta. Eso sí, para esto me vino de puta madre el Hero quest. Y como no me gusta que me impongan las normas (y al juego le faltaba un poco de acción) trasladé algunas normas del Warhammer, más que nada los combates.


Luego me regalaron la consola y aquella época de monigotes y dados se fue a la mierda. Pero fue bonito mientras duró. Estoy pensando en regalarle a mis primos pequeños un juego de mesa. Mejor dicho, medio juego de mesa. Que se jodan

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