martes, 29 de noviembre de 2011

Astronauta de 6 kilos

La idea de hacer esta entrada me vino en una situación molesta y con una frase muy simple. La situación: estaba viendo una película tranquilamente en mi sofá cuando mi perro se puso a ladrar sin provocación ni previo aviso (que hubiese estado gracioso ver a un perro avisando). La frase: "Chucho, o te callas o te pongo en órbita".


En la Unión Soviética, entre 1957 y 1991, si tenías por costumbre llevar bozal, estabas jodido. Seguro que a mi audiencia le sonará el caso de Laika. El 3 de noviembre fue lanzada en misión espacial este adorable animal de 3 años y unos 6 kilos. Para prepararla para el despegue la metieron en la típica máquina de fuerza centrífuga que sale en los dibujos, esa en la que te ponen a dar vueltas a toda polla con el sano objetivo de ver si sobrevives o tus huesos se licuan.


Ella sobrevivió. También se le intentó acostumbrar a los ruidos, el poco espacio de la nave, la soledad, las vibraciones... Un entrenamiento normal para un perro, vamos: "Sit, plas, la patita, entra ahí y muere por tu patria, perra". Teniendo en cuenta que la nave no estaba hecha para volver a la Tierra en condiciones compatibles con la vida animal, el futuro de Laika se sabía desde el principio. Pero no se esperaba que fuese tan rápido. Murió a causa del estrés y el sobrecalentamiento de la nave entre 5 y 7 horas después del despegue.


Total, el 14 de abril de 1958, cuando la nave volvió a la Tierra, se hizo mierda al entrar en la atmósfera, o sea, que su suerte estaba echada desde el momento en el que decidió mearse en las zapatillas de algún científico de la época. Pero lo gracioso del tema es que después de ella mandaron otros 12 perros, de los cuales sólo sobrevivieron 5. Se ve que en la Unión Soviética no se estilaba lo de pegar con un periódico en el hocico.

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