miércoles, 7 de diciembre de 2011

Dos críticas al cine bélico

Esta noche, debido a mi insomnio, me puse a ver un par de películas que tenía pendientes: Salvar al soldado Ryan y Tras la línea enemiga.


Empezaré con Salvar al soldado Ryan. Me dijeron que era una película antibelicista porque muestra los horrores de la guerra, y buen ejemplo es el de la escena del desembarco en la playa de Omaha. Bueno, el que se asuste con ver unas cuantas tripas y tiros en la cabeza lo considerará una película antibelicista, a mí esa escena y la de la batalla final me parecieron cojonudas. El ambiente de colegueo en los campamentos es bastante entretenido, no tanto como en La chaqueta metálica, pero tiene su punto. También hay alguna que otra escena sensiblera que no me terminaron de gustar, pero el resto de la película merece tragarse esos pocos minutos. No considero conveniente ponerme a valorar el trabajo de los actores básicamente porque la vi doblada, y quieras que no se pierden matices de la actuación original, pero la dirección (si bien se cuelan los cámaras en un plano, que manda pelotas) es cojonuda, con mención especial a la escena del desembarco. Sinceramente, si alguien habla mal de esta película tengo la obligación moral de coger un paraguas, metérselo por el culo y abrirlo.


Ahora pasemos a la parte mala: Tras la línea enemiga. La idea de un soldado que cae en territorio hostil es cojonuda, ya sea para una película o para un videojuego. Cuando en vez de un rudo soldado de la Segunda Guerra Mundial te meten a un rubiales que se pasa de chulo, la cosa pierde. Cuando en vez de un paracaidista de un avión de los de antes te meten a un gallito con un caza moderno, va perdiendo más. Cuando en vez de un ejército de despiadados nazis te meten a un serbio en chandal (que me recuerda mucho a Niko Bellic) y los amigos de su cuñado, la cosa va malamente. Y si encima te hacen tragar todo esto acompañado del típico patriotismo yanqui pues se convierte en una puta mierda pinchada en un palo, hablando claro.


El argumento es el siguiente: Un rubiales está hasta los huevos de no hacer nada en un portaaviones presenta su dimisión (o como coño se diga) y el almirante, que no puede tolerar ese tipo de subordinaciones* (cada vez que ponga un asterisco quiero hacer ver que eso es una de las americanadas que hacen esta peli una castaña infumable) le manda en navidad* a una misión de reconocimiento. Él y su compañero se montan en el caza, sobrevuelan el terreno con unos efectos especiales acojonantes; que aunque yo soy de los que piensa que una peli un poco flojita se puede salvar con la cantidad suficiente de explosiones y tiros, estos no salvan la película ni de coña.


 Y aquí es donde vienen los malos: militares serbios que amenazan con romper la paz* y que le tiran un par de misiles a nuestros amados pilotos (el protagonista, para colmo, era el copiloto) y caen en territorio hostil (no me gusta repetir el título de una película cuando la describo porque me parece una soplapollez). Y aquí es donde entra el segundo malo: el superior del almirante. Si el almirante queda como un chungo mandando al guapito de turno a una misión chorra en navidades, éste es peor todavía, porque cuando el almirante quiere mandar un equipo de rescate aparece el típico oficial que está ahí de pegote haciendo papeleo y le dice que va a mandar un equipo de rescate por los cojones. Aquí es donde el almirante es mostrado como un oficial preocupado por sus hombres pero sujeto a las órdenes de un superior* y donde se muestra al superior que quiere garantizar la paz mundial antes que dejar que los Estados Unidos de América obren con todo el honor y el deber que les salga de sus ilustrísimas y patrióticas pelotas*****.


También es un poco penoso el hecho de que un tío con un peinado que recuerda bastante al de Elvis sea el que le salve. Y cómo no, en su camioneta (y os juro que que esto lo sabía antes de verlo) hay un tío que sabe inglés y se da cuenta al instante de que es un miembro de las fuerzas armadas de los Estados Unidos*, y ya, cuando pide agua al de la camioneta y le da una cocacola y se ponen a hablar de que el chaval lleva una camiseta de Ice Cube... Eso sí que es de traca. 
 Como detalle seguramente pasado por alto por muchos, en la escena de las minas y los cables, se ve cómo cae el kalashnikov del malo quemado y reventado. Esto no tendría mayor trascendencia de no ser porque los kalashnikov (AK-47) son conocidos por seguir disparando mojados, cubiertos de barro y después de que un camión les pase por encima. Eso no se jode ni aunque quieras, lo que es otra muestra del depravado orgullo patriótico que quiere hacer ver que sus enemigos "no son tan invencibles". Dos cosas más: 1: es muy malo abusar de la cámara lenta. 2: si pasas por un campo de minas a corriendo a toda hostia no me parece tan mal que te salves, pero por lo menos que no se vea cómo te dan las piedras que saltan cuando explotan, que mínimo te pueden romper una costilla.




En mi opinión, si el director se sacase la piel a tiras y la pusiese en una bobina para proyectarla luego sería más entretenido y más justo que esta película, que costó como 30 millones en su día. Si hubiese ido a verla al cine en su momento habría perseguido al director hasta que me devolviese el dinero de la entrada más una indemnización por hacerme perder el tiempo.

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