lunes, 7 de marzo de 2011

La gran mentira del arte moderno

Personalmente estoy hasta los cojones de los gafapastas. Me hinchan las pelotas como si me hubiesen picado 11 tábanos en cada una. Ayer, por casualidades de la vida, di con un amigo de un amigo que había estado en uno de esos museos de "arte" moderno. El amigo era uno de esos pamplinas que llevan gafas de pasta sin cristales, maldita la gracia que me hacen. Estuvo cerca de 45 minutos enseñándonos fotos. Lo que distinguía la primera de la segunda era el color del vómito usado para pintar el cuadro. Las demás sí que eran todas iguales. Lo cojonudo fue que nos dijo a mi amigo y a mí que comentásemos las fotos para ver si coincidíamos.

 Puso la primera y yo me abstuve de comentar. Con la segunda dije lo evidente: "Vaya... Ésta es de otro color". Aquel modernísimo mamarracho me miró con una cara que más tarde se iría desencajando por la fuerza de mis comentarios. Comentarios que le hacían ver una verdad que no quería ver, es decir, el arte moderno ni es arte ni es moderno. Sacó la tercera y ya me preguntó con descaro: "¿Y ésta qué te parece?". Sigo pensando que dije lo correcto, lo que cualquier persona normal diría: "Me parece un garabato". Por poco se echa a llorar. "¿Cómo puedes decir que es un garabato? Es la composición 8 de Kandinsky". O sea, que si yo me pongo un nombre ruso, por ejemplo Petrov, pinto un garabato y le pongo un nombre genérico ¿ya soy todo un artista? Porque el cubismo pase, pero un puto conjunto de líneas sin venir a cuento... No me jodas. Es como si se hubiese bebido un cubo de pintura diario y hubiese pintado el cuadro a pajazos, con cada corrida un color. Coño, que parecía un arcoíris dibujado por un enfermo de Parkinson.

 No están sólo los de garabatos, también los hay con formas geométricas PUESTAS AL AZAR. Que faltaba una casa y una familia para parecer el dibujo de un preescolar. De hecho, en la exposición de arte contemporáneo ARCO de Madrid, un programa de televisión logró colar un cuadro hecho por niños. Y la gente veía cosas que obviamente no estaban allí. Seguramente se lo chivaría su amigo imaginario (ya que esta gente rara vez tiene amigos reales) que tampoco estaba allí realmente. Famosos son los cuadros del tipo de una raya solitaria en medio del lienzo y un título como "Soledad". Lo que vende es el título, no el par de brochazos que dé el mandril que haya detrás de tan "majestuosa" e insulsa obra. Es algo tan soso como fraudulento.

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