Esto parece una historieta de las de Teo va... Pero es que me tocó la polla. Lo primero, me mandó mi madre a las 9:30 de la mañana. Madrid. Marzo. 9:30. Hace un frío que corta. Pero yo allí, al supermercado. Entro, y lo primero a pillar el carro. Que los carros van a su puta bola es algo que todos sabemos, pero es que el que pillé yo no era normal. No es que se torciese a un lado, es que éste andaba en círculos. Lo tuve que coger en brazos.
Venga, a pillar cosas. Miro la lista: Leche. Vale, ¿de cuál? La leche lo dejo para lo último. Café. Otra vez, ¿de cuál? A tomar por el culo, ¿para qué hacerte un café si puedes desayunar whisky con cereales? Quien no haya probado esa mezcla no es digno de llamarse humano. Y de whisky sí controlo. JB, las dos letras más bonitas del abecedario. Pero de cuando JB era signo de borrachera elegante, no de niñatos cantores. 4 litros de whisky en el carro. Ahora toca coger naranjas. No vale mirar variedades, todas son naranjas, a mí que no me jodan con eso. Para pesarlas tienen una báscula y unas bolsas de plástico transparente. Y la gente del supermercado se fía, se espera, se cree que las vas a pesar TODAS. Claro, seguramente. Pa tus cojones voy a pesar la bolsa entera. Y voy por allí con 5 kilos de naranjas al módico precio de 0,70 a por más cosas. Cereales para el whisky, de los de chocolate. Un buen desayuno es como una fiesta hippie, sin chocolate no mola. Así que pillo los crispis de toda la puta vida, los baratos. Con lo que llevo gastado en alcohol no voy a andar cogiendo lo caro.
En este punto, con 4 litros de whisky, 5 kilos de naranjas y cajas de cereales como para desayunar en una piscina olímpica, tuve que coger una de esas cestas rojas. Lo bueno que tienen las cestas es que las ruedas no giran, con lo cual no pueden ir a su puta bola. Lo malo es que hacen un ruido del demonio. Parecía que estaba aterrizando un 747 en el puto supermercado. Cogiendo embutido. Jamón serrano. De sobre, pero serrano al fin y al cabo. Me dijeron que cogiese un par de sobres. ¿Un par? Échale ahí con alegría. Con lo que cogí me podía montar un cerdo.
Total, que llego a la caja. Con el carro cargado, una fila de gente que parecía que regalaban algo. Media hora después sólo quedamos 15 personas. Y la cajera, en conspiración con el resto de la humanidad, todos compinchados para joderme, cierra la caja. ¿Resultado? Una compañera suya abre la otra y dice "pasen por aquí por orden". Pero la gente no escucha eso, la gente lo que escucha es TONTO EL ÚLTIMO. En aquella estampida murió gente. Y como siempre tienen que poner la guinda en el pastel, cuando voy a pasar yo, una vieja inmunda se gira y me dice "perdona guapo, ha dicho por orden". Teníais que haber visto las naranjas reventadas contra la cara de la vieja. En efecto, le metí un bolsazo que le quité 40 años de golpe. El festival de la arruga estaba tirado en el suelo al lado de la caja. Y eso me hizo sentir como Moisés, se me abrió un pasillo de gente. De pronto a nadie le importaba dejarme pasar delante.
Y me tocó pagar. Por todos es sabido que en cualquier supermercado hay dos tipos de cajeras: la normalita y la buenorra. Pues en el de mi barrio no. En el de mi barrio son a cada cuál más fea, y a mí me tocó con la que además de fea es plana. Saco un billete de 100, porque no tenía cambio, y me dice la tía: "¿No tienes algo más pequeño?". Yo le miro el escote y digo: "¿y tú no tienes algo más grande? Que lo que te sobra de nariz te falta de pecho". En serio, esa tía era fea hasta para ser un pájaro. Tendríais que haber visto la cara de mi madre al verme llegar con la compra. A mí sólo se me puso cara de cirrósis.
jejejjejjee
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