lunes, 27 de junio de 2011

Tus hijos no están seguros, te lo digo yo

Durante mis años de adolescente me di cuenta de dos cosas: que los adolescentes apenas saben cuidar de sí mismos y que los adultos tienen demasiada confianza en ellos. Posíblemente sea por influencia estadounidense, debido a películas y series, pero en España también es costumbre que sobre todo chicas de entre 15 y 18 años cuiden de los hijos de un desconocido a cambio de dinero.

Yo tuve una amiga muy cercana que fue contratada por una familia de foto. ¿Qué es una familia de foto? Es una de esas familias que vienen en la fotografía cuando compras un marco. Todos rubios, sonrientes, bien vestidos y sentados en la mesa del jardín comiendo mientras Tobi, el labrador blanco, juguetea con su pelota. Una estampa preciosa, hasta que ambos progenitores tienen que salir a sus respectivos trabajos, descuidando a sus jóvenes criaturas. Pero tuvieron una idea (una mala idea): contrataron a una adolescente para cuidar de ellos. El error en sí no fue contratar a una adolescente. El error fue contratar a una adolescente con la que yo tenía trato cercano.

Para la gente que no lo sepa, la gente a la que yo aprecio suelen tener cierto punto de sadismo. Se nota en sus miradas, te miran como preguntándose "¿es el tipo de persona que cuando le metes un clavo de 8 centímetros en la rodilla grita o es de los que tienen cojones?". Eso, sumado al hecho de que yo sabía dónde trabajaba era casi una condena a muerte para los niños de esa feliz familia. Pero no me mal interpretéis, yo sólo soy un hombre de ciencia. Me gusta jugar con químicos, y como pude comprobar, a aquellos niños también. ¿Cómo iba a saber yo que si un niño se baña en lejía se iba a quemar si no lo pruebo antes? Digo más, ¿cómo iba a saber que era todavía peor echarle amoniaco para quitarle la lejía si no lo había probado antes?

Después de dejar a 3 preciosos niños ingresados en el hospital, mi amiga fue despedida. Me parece que todavía está en busca y captura. Cuando hablamos aún nos reímos de ello. Creo que debí pedirle salir, pero no creo que aceptase tener hijos. Ah, y niños, no hagáis esto en casa. Vuestros hermanos sí son solubles en lejía y en ácidos varios (es una cosa que deberíais saber, sois de la misma familia).

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